jueves, 24 de julio de 2014

El día que New York me hizo llorar.

Ahora que he tenido tiempo para poder recordar con más exactitud cada una de las experiencias vividas hace algunos meses cómo au pair, hoy vino a mi mente una muy curiosa y quizás una de las que me hizo primero, llorar de la rabia e impotencia y luego, me hizo la más feliz y realizada.

Si han leído mis posts comprenderán que desde que conocí a New York me enamoré de ella. A pesar de sus calles atascadas de turistas, de su enorme calor en el verano y probablemente, la ciudad con el subway más sucio de todo el mundo; yo la amo a ella, con sus ruidos, con su gente corriendo y con millones de cosas que más de uno podría odiar; yo la amé, la amo y la amaré por siempre. Pero hubo un día en especial, dónde quería morir, quería desaparecer de esa ciudad y meterme en un hueco y devolverme a Colombia a como diera de lugar.

OJO: La historia no es taaaan triste, sino que para mi; fue una de las más tristes, así que, No se asombren; puedo ser más dramática que mis ex Host Kids ó que Neymar en el mundial de fútbol.

Era sábado del mes de noviembre y el invierno ya empezaba a sentirse con fuerza en la gran manzana, ese día trabajé hasta el medio día y en la tarde me dispuse a gastarme el dinero; era New York, quería sentirme como la chica de la pañoleta verde NUEVAMENTE. Pero en esa oportunidad, iba por algo que había estado buscando desde hace muchos años, mi sueño personal, lo que más anhelaba desde que había entrado a estudiar mi carrera profesional; tener mi propia cámara fotográfica profesional o al menos, semi-profesional. Ya había dedicado casi muchas semanas a la búsqueda de la cámara que quería, había hablado con amigos que saben acerca del tema y me habían recomendado varias, pero una gran amiga y profesional a modo personal, me había recomendado la canon T3I, me decía que era una muy buena cámara, sencilla y fácil de usar y que podría salirme económica.

Cómo bueeeeenaa colombiana, había rebuscado hasta en el más pequeño lugar dónde vendían cámaras digitales y mis Host me recomendaron comprarla por Internet; era fácil, sencillo, seguro y podría encontrar mejores promociones. Yo, en medio de mi ignorancia preferí omitir esos consejos y me fui a una cadena de electrodomésticos muy famosos en Estados Unidos. Había ahorrado por 4 semanas una cantidad de dinero que me permitiera sentirme segura de lo que iba a comprar. Así que llegue muy segura de lo que quería, fui directamente a la sección de cámaras fotográficas y para sorpresa mía, estaba más costosa de lo que había visto por Internet; Pero como toda niña consentida, dije: "No me importa lo que valga, la quiero ya mismo" así que la cogí y una persona del almacén me recomendó comprarle una memoria ya que venía solamente la cámara con el lente, una batería y el cargador; o sea que por mi parte, debía comprar la memoria para la cámara, un estuche y si quería una batería adicional; Al ver que era más de lo que había pensado, decidí solo llevar la cámara y la memoria, hice cálculos y tenía el dinero suficiente para comprarla.

Ese día me sentí la más emocionada del mundo, de sólo pensar las grandiosas fotos que podría tomar al día siguiente por todo New York con mi cámara, saltaba de la dicha. Al llegar a pagar, fue dónde todo lo bonito y claro, se hizo triste y obscuro.

Debido a la tasa de impuesto de New York que es una de las más altas de Estados Unidos, la cámara y la sola memoria superaban mi presupuesto, intenté hacer cierto truco que había aprendido pero nada, la cuenta era muy por encima de lo que yo tenía y para rematar, ¡La tarjeta NO FUNCIONABA! Yo quería cómo morirme, pensé en hacerme la desmayada o algo por el estilo; quería llorar, gritar, correr, llamar a mi mamá, en fin. Decidí decirle NO a la niña consentida y caprichosa que vive dentro de mi y salir de ese almacén con un corazón destrozado y con las ganas de matar a New York por tener una tasa de impuesto tan grande.

Al salir, metí la pata en un charco, luego un carro me mojó y finalice mi lindo día cuando el perro de unos amigos se comió todo el pollo que quedaba para mi comida. Creo que al final del día lloré por todo lo que había sucedido, quería meterme en una botella y nunca regresar. Me sentí como esas veces en que el man que más has querido en tú vida te hace y te hace desplantes, pero tú sigues ahí como una vil tonta queriéndolo, solo por que así es el "amor". Así, tal cual me sentí yo, pero con New York. La estaba odiando, la estaba detestando pero sabia que eso era puro y frágil amor, que lo sucedido había sido cosas del destino y que finalmente estaba en New York, una buena mañana de shopping por la 7 avenida no me caería mal.

Días después me arriesgue a comprar la cámara por Internet, ya había comprado otros artículos vía online y no había tenido ningún problema, y en contra de los malos pronósticos de mi mamá que pensaba que me iban a estafar, decidí comprarla. Una semana después, un día antes del día de acción de gracias llego la bebé, la consentida de mamá y mi mejor regalo de navidad; una linda cámara canon T3I con estuche, batería de repuesto, adaptador de memorias, trípode y en fin, una cantidad de cosas que no pensé que llegarían y lo mejor de toda esta historia, es que me salió más barata que comprarla en un almacén de cadena.

Así que la moraleja de esta historia mis queridos amores es ... Sí están en USA por un lapso de tiempo largo, arriésguense a comprar online, quizá la mejor tienda que he conocido se llama Amazon.com y podrán encontrar de todo. Además de ser segura y fácil; también encuentras buenas promociones.
Tengan en cuenta que al comprar en USA deben de pagar una tarifa de impuesto al momento de la compra, así que sí van a comprar un bolso que en la etiqueta dice 30 dólares, preparen mejor 50 dolares, ya que la tarifa de impuesto se las cobraran al momento de la compra.

Igual, hay estados donde la tarifa es muy mínima como, Massachusetts, Vermont, Main, Ohio y otros que quizá no recuerde; la tarifa en Los Ángeles y las Vegas es elevada, así que ¡cuidado!.

Finalmente, a pesar de todo lo sucedido ese día, New York sigue siendo una de mis ciudades favoritas en el mundo y sin duda alguna, una ciudad que me dio muchas alegrías, amistades y aprendizajes.

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